Corydoras - Lacepède, 1803
Distribución Geográfica: los Corydoras son especies típicas sudamericanas, extendiéndose desde Río Limay (localidad más austral para este Género) hasta el extremo norte de Venezuela en la cuenca del Río Orinoco. Algunas especies, tal como C. aeneus han desarrollado una capacidad de adaptación tan grande que, prácticamente, abarcan todas las latitudes sudamericanas, desde los climas más tropicales en Venezuela hasta los más fríos en el Sur de Buenos Aires (Argentina). Recientemente se ha localizado C. paleatus en el Río Limay en la región patagónica (Guillermo López et al).
Por lo general habitan aguas limpias, de corrientes más bien lentas y preferentemente de fondo arenoso, donde se facilita su labor en busca de alimento.
El rango de temperatura depende de la especie y el origen. Desde menos de 16º C que soportan los C . paleatus capturados al sur de La Plata, hasta los más de 28º C en que viven ciertas especies amazónicas. Seguramente en el Río Limay (Río Negro, Argentina) la temperatura invernal del agua puede descender a menos de 12º C, teniendo en cuenta que la temperatura ambiente puede llegar a -15º C.
Sin embargo, más allá de la información que se ofrece en la literatura especializada, el autor ha capturado C. paleatus en pleno invierno al Sur de Buenos Aires con temperaturas mínimas en el agua de 5º C y máximas de 12º C. No debemos ignorar que esos mismos charcos en los que la temperatura invernal es tan baja, pueden llegar a 28 y 30º C en la plenitud del verano, tal como también le consta al autor.
Aunque los Corydoras habite las mismas zonas geográficas que los Caracínidos (Tetras), según varios autores no es común localizarlos en los mismos cursos de agua, al menos en la región amazónica. En la zona Noreste del Gran Buenos Aires (desde la cuenca del Río Reconquista hasta Paraná de las Palmas) es común encontrar Corydoras paleatus en zanjones, charcos, arroyos y canales de desagüe en los que también aparecen mojarras del Género Astyanax además de otros peces. Más al Norte se repiten estas características, localizándose junto a muchos otros Tetras y también C. aeneus. En Entre Ríos, Santa Fé, Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones (y en otras provincias como Tucumán, Salta, Jujuy y Santiago del Estero) es posible localizar otras especies de Corydoras sobre las que no nos extenderemos, pero que se publican en una lista completa de especies como parte de esta ficha.
Suponemos que Tetras y Corydoras prefieren diferentes tipos de agua pero que, en determinadas circunstancias, conviven en los mismos cursos. Esas preferencias son propias de la evolución y adaptación al medio. De tal forma, las especies que habitan en fondos arenosos tienen su región dorsal con dibujos compuestos por manchas de diverso tipo. Esto hace que, vistos desde arriba, se puedan confundir con el fondo y evitar ser capturados por los predadores. Los que habitan lechos oscuros o limosos, tienen su dorso marrón u oscuro por la misma razón. Las variaciones cromáticas dentro de una misma especie (que a veces son muy disímiles entre sí), también se deben a la adaptación al medio.
Si bien la mayoría de las especies prefieren las aguas dulces y poco saladas, es muy común encontrar Corydoras en la cuenca del Río Salado, en las lagunas de Las Encadenadas, lagunas de Gómez y El Carpincho (Junín, Buenos Aires) y otras donde el agua es francamente salada.
En muchos textos sobre acuarismo se expone que los Corydoras no toleran la sal, teoría que en la realidad no siempre se verifica. Algunas especies provenientes de aguas tropicales amazónicas se sienten incómodas con un contenido salino bajo en el agua, pero no es causa de mortalidad por intoxicación, sino por debilitamiento a raíz del stress ambiental producido por la incomodidad permanente. Ocurre lo mismo con muchos otros peces, no obstante lo cual los tratamientos en baños de sal siguen siendo recomendados en algunos casos.
Acuario:
peces aptos para todo tipo de acuarios. Existiendo una diversidad tan grande de especies y distribución geográfica, siempre será posible incorporar ejemplares de una especie compatible con los peces que se encuentran en el acuario. Si se dispone de un acuario de agua fría, deberá tomarse la precaución de incluir Corydoras del sur de Argentina o Uruguay que están adaptadas a temperaturas bajas. Prácticamente la única especie apta para este tipo de acuarios es Corydoras paleatus.
En cambio, en acuarios tropicales pueden vivir todas las especies, incluyendo C. paleatus.
Decoración: espacio libre en el fondo para natación y refugios formados por cuevas, troncos y raíces. Por lo demás, se adaptará a cualquier decoración.
Dimensiones: la mayoría de las especies no pasan de 6 cm.
Hábitos: la adaptación a la vida sobre el suelo hace de Corydoras y otros familiares próximos, peces muy poco hidrodinámicos. Por lo tanto son malos nadadores (excepto cuando pretendemos capturarlos con una red, momento en que adquieren las virtudes natatorias propias de un delfín, al punto de hacernos perder la paciencia).
Son típicos peces de fondo y su forma física responde a esa ubicación: poseen el vientre aplanado, cuerpo y cabeza comprimidos y ojos en posición más o menos superior. Los labios están dispuestos de modo que, con el par de barbillas cortas que forman su labio inferior, pueda remover el fondo en procura de alimento. De ahí que en un acuario donde convivan muchos Corydoras exista el riesgo de tener permanentemente el agua con cierta turbidez, por lo que resulta conveniente un filtro mecánico. Si disponemos de un filtro mecánico, ese defecto se convierte en una gran ayuda, ya que al revolver la superficie del filtro de placas, permitirán mantener aireado el fondo y libre de partículas que obstruyan la circulación del agua en el filtro biológico.
La categoría de “limpiafondos” se le ha otorgado por sus hábitos de remover allí en busca de alimento. Pero es absolutamente falso que sean peces basureros. Comen el alimento que cae al fondo (si no es excesivo) y de este modo cumplen una importante función: pero no se puede decir por ello que ingieran desperdicios, aunque suelen vivir entre ellos sin intoxicarse como ocurriría con otros peces. Esto se debe a su particular sistema respiratorio, que les permite tomar el aire atmosférico por la boca, pasarlo por el intestino y expulsar los desechos respiratorios por el ano.
Pese a ser de fondo, tal como mencionamos antes se los puede ver invertidos en la superficie, en forma curiosa, compitiendo con los demás peces cuando se suministra alimento que flota. Mucho más evidente es cuando se coloca un comedero flotante con Tubifex. En ese caso se adueñan del sector y, en posición invertida, son difíciles de desplazar aún por peces tradicionalmente agresivos o de mayor tamaño.
Algunas veces se “paran” sobre sus aletas pectorales (como si fueran muletas) sobre las hojas de plantas sumergidas o cualquier otro objeto del acuario.
Su particularidad respiratoria (utilizar la vejiga natatoria como si fuera un verdadero pulmón) les permite desplazarse por lugares donde prácticamente no hay agua, siempre que el grado de humedad del fondo sea bastante elevado. Es posible que puedan recorrer distancias bastante largas por un fondo limoso en busca del agua y hasta subsistir varios días enterrados en el limo.
Dimorfismo sexual: machos por lo general más pequeños y ligeramente más pigmentados. Hembras más robustas y con el vientre abultado cuando llega la madurez de los ovarios.
Reproducción: Si bien algunas especies no resultan fáciles de reproducir, existen otras cuyas dificultades son menores.
No obstante, deben respetarse con bastante exactitud las exigencias de cada especie para lograr que la naturaleza haga lo suyo y ciertos peces se reproduzcan.
En el caso de Corydoras, esto es particularmente importante. Tal vez porque hace muchos años que se la conoce y porque se la ha estudiado y criado durante mucho años, C. aeneus y C . paleatus parecen ser las que más fácilmente podemos reproducir.
C . paleatus cuenta con una mutación albina que se ha reproducido en cautividad desde hace ya muchos años. La mutación albina de C. aeneus se comercializa desde hace menos tiempo. Todos los ejemplares de Corydoras paleatus albina que se venden en el comercio, son producto de criaderos o factorías, tanto en nuestro país como en todo el mundo.
Otras especies, menos comunes en comercios y más difíciles de reproducir, suelen ser criadas por aficionados expertos o criadores profesionales. Algunas veces la reproducción es producto de la “casualidad provocada”. Esta definición poco común no significa otra cosa que, por un lado, el criador provocó ciertas condiciones favorables y los Corydoras desovaron. Pero, por otro lado, repetidas esas condiciones en otros momentos, los desoves no se produjeron.
En diversas páginas de nuestra página se menciona el hecho de que cuando las condiciones están dadas, es casi inevitable que los peces se reproduzcan, ya que ese es el mandato de la naturaleza. Ocurre que en ciertas circunstancias esas condiciones deben ser cumplidas al 100% y en otras circunstancias alcanza con cumplir el 50 ó 60%.
Nuestro conocimiento bastante parcial de las circunstancias que rodean la vida de nuestros peces, determinan que no podamos establecer qué significa para un pez cumplir con el 60% o con el 100% de sus exigencias en unos u otros momentos de su vida y eso nos obliga a procurar siempre el 100% de condiciones propicias para que finalmente desoven (o no).
De hecho, cuando se obtiene una descendencia en los criaderos o factorías, esos descendientes tienen menores exigencias que los ejemplares silvestres y resultan más fáciles de reproducir. Un ejemplo de ello son los Scalares o los Discus, que cada vez son más fáciles de reproducir (“fáciles” significa menos exigencias en las condiciones necesarias para lograrlo).
Referido a Corydoras en el caso de C. paleatus albina bastará contar con agua de la red (no muy dura, pH neutro y temperatura de 25º a 27º C) para que de tres a seis machos y una o dos hembras produzcan desoves en la temporada adecuada.
Sin embargo, no es lo mismo con otras especies, siendo algunas casi imposibles de reproducir hasta el momento.
La experiencia del autor con Corydoras se limita a las ya mencionadas C. aeneus, C. undulatus y C. paleatus (esta última en sus dos formas: albina y silvestre).
El primer contacto con un desove de C. paleatus no fue en un acuario sino en una pileta en la cual un lote de C. paleatus habían pasado el invierno, tras haber sido capturados en zanjones próximos al Río Luján en Ingeniero Maschwitz (Provincia de Bs. As.) durante una excursión en busca de Austrolebias (para aquel entonces se las denominaba Cynolebias). Al avanzar la primavera se observaban los brillantes colores de los machos que pocas veces se muestran tan intensos en un acuario. En los últimos días de diciembre, cuando el verano aún no se ha estabilizado en Buenos Aires, se pudieron ver los primeros huevos adheridos a las paredes de la pileta y en un vidrio que hacía las veces de pared divisoria de la pileta. Este último, con alrededor de 50 huevos, fue retirado, cortado cuidadosamente y colocado en un acuario con agua bien filtrada de la misma pileta y mantenida en el interior del criadero con temperatura ambiente (entre 24 y 27º C).
Seguramente en el interior de la pileta habría más huevos que los localizados a simple vista, porque pasados unos 15 días se podían ver nadando a centenares de crías. En el acuario se pudo registrar el proceso de maduración y eclosión de los huevos y el seguimiento del progreso de las crías, al tiempo que se comparaba con la evolución de los nacidos y desarrollados en la pileta bajo otras condiciones.
La abundancia de alimento natural en la pileta (de aproximadamente 800 litros), en la cual había varias macetas con Echinodorus paniculatus y algunas ramas de Egeria densa (Elodea), permitieron un rápido desarrollo de las crías. Pero, por otra parte, seguramente por la presencia de larvas de insectos predadores y otros organismos dañinos, se notó una merma considerable en los primeros 20 días.
En el acuario, con todos los cuidados y precauciones, el desarrollo fue más lento pero se pudo llegar a una supervivencia de casi el 100% de los nacidos (habiéndose perdido el 75% de los huevos).
Esos ejemplares, llevados a adultos en acuarios del criadero (bandejas de 1,50 de largo por 50 cm. de profundidad y 30 cm. de alto) desovaron el año siguiente, con el método que se comenta a continuación.
Acuario de cría.
En nuestro caso se utilizó un acuario tipo “bandeja de criadero” de 120 x 45 cm. con una altura de 25 cm. sin filtro de fondo. El vidrio del piso estaba pintado por su lado externo de color marrón oscuro. Los vidrios laterales y el posterior se cubrieron con papel azul oscuro (sirviendo al efecto cualquier otro color que impida el paso de la luz). Un filtro de esponja que se lavaba muy seguido con agua sin cloro era el único elemento filtrante. Este filtro estaba accionado por una piedra difusora de burbujas muy finas pero abundantes. Diariamente se renovaba un porcentaje de agua que variaba entre un 5 y un 10%, producto de la limpieza por sifoneo de los restos acumulados en el fondo y alrededor del filtro de esponja. La iluminación natural provenía del techo provisto de chapas traslúcidas de fibra de vidrio, pero en el lugar donde se encontraba en acuario era penumbroso (equivalente a la luz que puede penetrar por una ventana que no recibe luz directa).
Para poder retirar los huevos se cortaron unas 30 fajas de vidrio de 7 cm de ancho x 25 cm. de largo que se colocaron con broches sujetos a los vidrios del acuario, de modo que éste parecía tener una doble pared.
Se introdujeron en ese acuario varias macetas con plantas pequeñas de Echinodorus paniculatus perfectamente desinfectadas, unas cuantas “bochas” (piedras redondeadas) y un calefactor sumergido regulado en 25º C para evitar que ocasionales cambios de la temperatura pudieran afectar el desove.
Transcurridos unos días se introdujeron 12 machos y cinco hembras con evidentes muestras de tener los ovarios plenos. Hasta el momento de introducirlos en el acuario de cría se mantenían separados por sexos y se les alimentaba copiosamente. Los dos primeros días permanecieron bastante inactivos y se mantenían refugiados en las cuevas formadas por las piedras y las plantas. Sin embargo perdían la timidez al momento de comer el tubifex, las larvas de mosquitos, corazón vacuno (congelado y rallado con rallador de verdura fino) y la inevitable dosis de “pasta de criadero” poco usada en la actualidad. La alimentación se suministraba cuatro veces al día en cantidades justas.
Al sexto día, poco después de la limpieza y cambio de agua diarios, realizado por la mañana, se produjo el primer síntoma de que se aproximaba el desove en el cual participaron tres machos y una de las hembras, armando bastante revuelo, persiguiéndose a lo largo del acuario y mostrando gran nerviosismo. Pensando que el desove era inminente, cámara en mano aguardamos el momento a prudente distancia.
Tras varias horas en que las carreras comenzaban y finalizaban sin más que eso, el desove no se produjo. Dos días después se reinició toda la ceremonia y tampoco se produje el desove.
Finalmente al cuarto día una de las hembras con tres machos en cortejo comenzó a desovar en pequeños grupos de 10 huevos que eran adheridos a las piedras, hojas de plantas y, en varios casos, en los trozos de vidrio dispuestos para tal fin. Al poco tiempo se sumaron al revuelo otras hembras y varios machos. Si bien es difícil llevar una cuenta de la cantidad de huevos depositados por cada una, podemos calcular que fueron entre 150 y 250 tras los cinco días que duró todo el proceso.
Los huevos muestran un color blanco traslúcido y en las primeras doce horas van cambiando hacia un color ambarino que se intensifica hasta que comienzan a eclosionar al cabo de tres días.
Es muy importante la higiene del fondo, ya que durante cuatro o cinco días los recién nacidos permanecen allí consumiendo los nutrientes almacenados en su saco vitelino.
Los huevos que pudieron ser retirados diariamente, se incubaron por separado en un par de acuarios preparados al efecto con agua en iguales condiciones. Los restantes se incubaron en el acuario de cría luego de retirados los padres, muchos de los cuales eclosionaron estando aún los peces en el acuario.
Un 40% del total se perdieron al ser atacados por hongos y aproximadamente un 10% más no llegó a desarrollarse tras haber eclosionado. Es decir que se desarrolló por completo aproximadamente el 50% de los huevos. En la foto 2 se observan los huevos atacados por hongos (de color blanco). En la foto 3 se nota que sobre 9 huevos, solamente 5 están a punto de eclosionar, habiéndose perdido los restantes.
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A partir del cuarto día se suministraron infusorios cultivados y filtrados y al sexto día yema de huevo (como se indica en nuestra página el Género Trichogaster). Los dos primeros días sólo se incluyó en la dieta lo antes mencionado, pero desde el tercer día (o sea al 8º día de haber eclosionado) se incorporó Artemia salina recién nacida, la cual se le siguió suministrando –de mayor tamaño cuanto más grande fueron los alevines- durante 40 días. Los infusorios y el huevo resultan necesarios en los primeros días de alimentación, pero tras una semana pueden suprimirse ya que los alevines serán lo suficientemente grandes como para ingerir Cyclops, Artemia y Daphnias tamizadas.Al cabo de 30-40 días podrá incorporarse a la dieta carne raspada sin grasa, pasta de criadero, alimento para crías hidratado en agua tibia y a los 60 días tubifex purgado, picado y lavado, corazón congelado y rallado y otros alimentos para juveniles.
![]() Larvas de C. paleatus. Arriba, con el saco vitelino , abajo, a partir del 4º día. Obsérvese el detalle de las aletas. |
En 90 días lucirán como pequeños Corydoras de 2,5 cm. nadando en grupos numerosos. No debemos descuidar la higiene y el separar los ejemplares más grandes con la doble finalidad de permitir el desarrollo de los más pequeños y al mismo tiempo proporcionarles a todos un espacio mayor. A los 100-120 días la mayoría deberá tener un tamaño adecuado para ser vendidos o regalados, excepto, claro está, que el acuarista quiera mantener centenares de Corydoras que ocuparán unos cuantos acuarios durante varios años.
En cuanto a Corydoras aeneus el comportamiento y generalidades apenas se diferencian del descrito para C. paleatus, por lo que todo lo comentado debe darse como válido para ambas. Posiblemente otras especies del Género actúen de igual forma si se logra imitar en el acuario las características del agua y ambiente que requieren.
Un detalle interesante de ser observado (aunque no siempre es fácil) es que, a pesar de intervenir varios machos en el proceso, parece que las hembras sólo desovan con uno, sin que podamos precisar qué función cumplen todos los demás. Tal vez esta observación sólo sea válida para el caso particular de los desoves comentados y que casualmente se notó a raíz de que uno de los machos (el que fecundaba siempre los huevos) era visiblemente diferente a los demás. Seguramente, de ser válida esta observación, existirán otros reportes que no son conocidos por el autor y que esperamos nos sean informados por los visitantes si están en su conocimiento.
Las páginas de El Acuarista® y este Atlas están abiertas para que publiques tus experiencias y las compartas con otros aficionados.
Alimentación: no son detrictívoros ni comedores de basura. Obtienen del fondo sus alimentos aunque una vez adaptados al acuario comen hasta en la superficie. No omitir alimentos vivos en su dieta, sobre todo para especies silvestres. Aún los ejemplares silvestres, aceptan rápidamente los alimentos balanceados comerciales para peces.
Observación: en aguas polucionadas o con exceso de nitritos, tienden a ser presa de las bacteriosis. Por otro lado son sumamente resistentes a parásitos como "puntos blancos" en condiciones adecuadas.
Las 155 especies de este Género son:
(hemos destacado en negritas las especies Argentinas)
Corydoras acrensis Nijssen, 1972
Corydoras acutus Cope, 1872
Corydoras adolfoi Burgess, 1982
Corydoras agassizii Steindachner, 1876
Corydoras albolineatus Knaack, 2004
Corydoras amandajanea Sands, 1995
Corydoras amapaensis Nijssen, 1972
Corydoras ambiacus Cope, 1872
Corydoras amphibelus Cope, 1872
Corydoras approuaguensis Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras araguaiaensis Sands, 1990
Corydoras arcuatus Elwin, 1938
Corydoras areio Knaack, 2000
Corydoras armatus (Günther, 1868)
Corydoras atropersonatus Weitzman & Nijssen, 1970
Corydoras aurofrenatus Eigenmann & Kennedy, 1903
Corydoras axelrodi Rössel, 1962
Corydoras baderi Geisler, 1969
Corydoras bicolor Nijssen & Isbrücker, 1967
Corydoras bifasciatus Nijssen, 1972
Corydoras bilineatus Knaack, 2002
Corydoras blochi Nijssen, 1971
Corydoras boehlkei Nijssen & Isbrücker, 1982
Corydoras boesemani Nijssen & Isbrücker, 1967
Corydoras bondi Gosline, 1940
Corydoras breei Isbrücker & Nijssen, 1992
Corydoras brevirostris Fraser-Brunner, 1947
Corydoras burgessi Axelrod, 1987
Corydoras carlae Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras caudimaculatus Rössel, 1961
Corydoras cervinus Rössel, 1962
Corydoras cochui Myers & Weitzman, 1954
Corydoras concolor Weitzman, 1961
Corydoras condiscipulus Nijssen & Isbrücker, 1980
Corydoras copei Nijssen & Isbrücker, 1986
Corydoras coppenamensis Nijssen, 1970
Corydoras coriatae Burgess, 1997
Corydoras crimmeni Grant, 1997
Corydoras cruziensis Knaack, 2002
Corydoras crypticus Sands, 1995
Corydoras davidsandsi Black, 1987
Corydoras delphax Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras difluviatilis Britto & Castro, 2002
Corydoras diphyes Axenrot & Kullander, 2003
Corydoras duplicareus Sands, 1995
Corydoras ehrhardti Steindachner, 1910
Corydoras elegans Steindachner, 1876
Corydoras ellisae Gosline, 1940
Corydoras ephippifer Nijssen, 1972
Corydoras eques Steindachner, 1876
Corydoras esperanzae Castro, 1987
Corydoras evelynae Rössel, 1963
Corydoras filamentosus Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras flaveolus Ihering, 1911
Corydoras fowleri Böhlke, 1950
Corydoras garbei Ihering, 1911
Corydoras geoffroy Lacepède, 1803
Corydoras geryi Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras gladysae Calviño & Alonso, 2010
Corydoras gomezi Castro, 1986
Corydoras gossei Nijssen, 1972
Corydoras gracilis Nijssen & Isbrücker, 1976
Corydoras griseus Holly, 1940
Corydoras guapore Knaack, 1961
Corydoras guianensis Nijssen, 1970
Corydoras habrosus Weitzman, 1960
Corydoras haraldschultzi Knaack, 1962
Corydoras hastatus Eigenmann & Eigenmann, 1888
Corydoras heteromorphus Nijssen, 1970
Corydoras imitator Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras incolicana Burgess, 1993
Corydoras isbrueckeri Knaack, 2004
Corydoras julii Steindachner, 1906
Corydoras kanei Grant, 1998
Corydoras lacerdai Hieronimus, 1995
Corydoras lamberti Nijssen & Isbrücker, 1986
Corydoras latus Pearson, 1924
Corydoras leopardus Myers, 1933
Corydoras leucomelas Eigenmann & Allen, 1942
Corydoras longipinnis Knaack, 2007
Corydoras loretoensis Nijssen & Isbrücker, 1986
Corydoras loxozonus Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras maculifer Nijssen & Isbrücker, 1971
Corydoras mamore Knaack, 2002
Corydoras melanistius Regan, 1912
Corydoras melanotaenia Regan, 1912
Corydoras melini Lönnberg & Rendahl, 1930
Corydoras metae Eigenmann, 1914
Corydoras micracanthus Regan, 1912
Corydoras microcephalus Regan, 1912
Corydoras multimaculatus Steindachner, 1907
Corydoras nanus Nijssen & Isbrücker, 1967
Corydoras napoensis Nijssen & Isbrücker, 1986
Corydoras narcissus Nijssen & Isbrücker, 1980
Corydoras nattereri Steindachner, 1876
Corydoras negro Knaack, 2004
Corydoras nijsseni Sands, 1989
Corydoras noelkempffi Knaack, 2004
Corydoras oiapoquensis Nijssen, 1972
Corydoras ornatus Nijssen & Isbrücker, 1976
Corydoras orphnopterus Weitzman & Nijssen, 1970
Corydoras ortegai Britto, Lima & Hidalgo, 2007
Corydoras osteocarus Böhlke, 1951
Corydoras ourastigma Nijssen, 1972
Corydoras oxyrhynchus Nijssen & Isbrücker, 1967
Corydoras paleatus (Jenyns, 1842)
Corydoras panda Nijssen & Isbrücker, 1971
Corydoras pantanalensis Knaack, 2001
Corydoras paragua Knaack, 2004
Corydoras parallelus Burgess, 1993
Corydoras pastazensis Weitzman, 1963
Corydoras paucerna Knaack, 2004
Corydoras petracinii Calviño & Alonso, 2010
Corydoras pinheiroi Dinkelmeyer, 1995
Corydoras polystictus Regan, 1912
Corydoras potaroensis Myers, 1927
Corydoras pulcher Isbrücker & Nijssen, 1973
Corydoras punctatus (Bloch, 1794)
Corydoras pygmaeus Knaack, 1966
Corydoras rabauti La Monte, 1941
Corydoras reticulatus Fraser-Brunner, 1938
Corydoras reynoldsi Myers & Weitzman, 1960
Corydoras robineae Burgess, 1983
Corydoras robustus Nijssen & Isbrücker, 1980
Corydoras sanchesi Nijssen & Isbrücker, 1967
Corydoras saramaccensis Nijssen, 1970
Corydoras sarareensis Dinkelmeyer, 1995
Corydoras schwartzi Rössel, 1963
Corydoras semiaquilus Weitzman, 1964
Corydoras septentrionalis Gosline, 1940
Corydoras serratus Sands, 1995
Corydoras seussi Dinkelmeyer, 1996
Corydoras similis Hieronimus, 1991
Corydoras simulatus Weitzman & Nijssen, 1970
Corydoras sipaliwini Hoedeman, 1965
Corydoras sodalis Nijssen & Isbrücker, 1986
Corydoras solox Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras spectabilis Knaack, 1999
Corydoras spilurus Norman, 1926
Corydoras steindachneri Isbrücker & Nijssen, 1973
Corydoras stenocephalus Eigenmann & Allen, 1942
Corydoras sterbai Knaack, 1962
Corydoras surinamensis Nijssen, 1970
Corydoras sychri Weitzman, 1960
Corydoras treitlii Steindachner, 1906
Corydoras trilineatus Cope, 1872
Corydoras tukano Britto & Lima, 2003
Corydoras undulatus Regan, 1912
Corydoras urucu Britto, Wosiacki & Montag, 2009
Corydoras virginiae Burgess, 1993
Corydoras vittatus Nijssen, 1971
Corydoras weitzmani Nijssen, 1971
Corydoras xinguensis Nijssen, 1972
Corydoras zygatus Eigenmann & Allen, 1942
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